Este sistema de custodia compartida, implica que los progenitores se turnan el uso de la que era la vivienda familiar. Los hijos permanecen en ella y son los padres los que entran y salen, normalmente por semanas.

Hoy en día en los Juzgados es raro que se dé este tipo de custodia ya que tiene varios inconvenientes:

- Genera conflictos el tener que compartir la vivienda. Por ejemplo  la limpieza, los consumos, las cosas que pueden hacer falta y la otra persona no haya repuesto…. Tenemos que tener presente que cada persona hace las cosas a su manera y lo que antes tolerábamos ahora nos será más difícil poder hacerlo. 

- Económicamente es más caro, ya que tendrían que hacerse cargo del 50% de los gastos de la vivienda familiar además de la que tendría que tener cada uno de ellos para poder vivir el resto del tiempo que no esté con el menor. 

- Dificulta que los progenitores puedan rehacer su vida.

 

Todo esto va a acarrear dificultades personales y económicas a los progenitores, en los que los  más perjudicados,  a pesar de lo que hayamos pensado en el principio, serán los hijos.

El 5 de abril de 2019 el Tribunal Supremo rechaza este sistema:

“En cuanto a que los progenitores se alternen en la vivienda familiar, para que el niño no salga de la misma, es un sistema que impugna la parte recurrida y que no es compatible con la capacidad económica de los progenitores, que se verían obligados a mantener tres viviendas (la de cada uno y la común), unido a la conflictividad que añadiría el buen mantenimiento de la vivienda común (art. 96 del Código Civil).

 

En definitiva, aunque es un sistema que hace unos años tuvo cierta repercusión, actualmente se ha comprobado que tiene más inconvenientes que beneficios, y por ello, ha quedado obsoleto, salvo en casos muy excepcionales.

 

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